7 estaciones: invierno al cuadrado
Si excluyes a los especialistas, y a los bomberos, y a los conductores de fórmula uno, una de las sensaciones más angustiosas que puede tener un hombre son las turbulencias de los aviones. Hasta que no ocurren, hasta que el agua del vaso no se derrama y se descuelgan por accidente las mascarillas de oxígeno, hasta entonces la mayoría no se da cuenta de que está suspendido a diez mil pies de altura, arriba, más arriba de lo que ha estado jamás, y de que un pequeño fallo podría partirle la columna de manera infinitesimal contra el océano. Y lo peor no sería no poder andar, sino seguir viendo el accidente una y otra vez en la parte de atrás de la cabeza. Y sin embargo, sólo los muy cobardes renuncian a volar, y luego pasan las noches de sueños largos imaginando su vida en el aire. Pasa lo mismo con el amor. Por eso cuando pasa la tormenta sientes entre tus dedos la bola extra que te ha sido concedida, y escribes en siete partes un diario de acción de gracias que se moja por los lados y em...